martes, 17 de enero de 2012

CALOR PARA LOS PIES Y LOS CORAZONES FRÍOS…

- ACTIVAR LA CIRCULACIÓN SUPERFICIAL ES LA MEJOR MANERA CONSEGUIR CALOR -

En invierno son muchas las ocasiones en que sentimos los pies fríos, sobre todo de noche. Esta sensación se suele ver como un mal menor, lo tenemos asumido como algo normal, nos frotamos los pies y los abrigamos con unos calcetines de lana y ya está, que se pase, y si no, da igual. Sin embargo, sobre los pies no solo se apoya el cuerpo; sobre ellos descansa también la salud y mantenerlos calientes contribuye a reforzarla.
Por eso debemos estar protegidos contra el frío del invierno, porque puede afectar al cuerpo y también a las emociones. No olvidemos que en la calle hace frío, pero en las casas baja mucho la temperatura, y al estar quietos, la sangre no circula igual, y el cuerpo no conserva el calor tan fácilmente. Si no sentimos los pies fríos, los podemos tocar con la mano y así están realmente.

Hay personas a las que el frío les afecta negativamente, les altera, igual que afecta el viento.  A todos nos relaja el calor, nos trae más alegría, menos pesares que la falta de luz.
Por eso, hay una amalgama de tipologías de sensibilidades térmicas. Hay personas que parecen más frías en invierno que en verano, o que llevan peor el día a día. No cabe duda de que el frío contrae los vasos sanguíneos, aunque el cuerpo está preparado para temperaturas muy bajas, no se puede evitar que afecte al estado de ánimo.
Las personas que han nacido en zonas cálidas, sienten más el frío que los demás, por eso deben protegerse más de la agresión. Su sensibilidad no está preparada para esos datos térmicos, desconocidos durante mucho tiempo.
El cuerpo, para mantenerse caliente, constriñe los vasos sanguíneos superficiales para llevar la sangre hacia el interior y así minimizar la pérdida de calor. De ahí que también se enfríen las manos, la nariz o las orejas. Pero algunas personas sienten más frío que otras y en ese caso conviene ver qué lo está agravando. En cualquier caso, no cabe duda, que contra el frío, solo cabe abrigarse.
Y por cierto, el alcohol produce una dilatación de todos los vasos sanguíneos situados debajo de la piel produciendo una sensación de calor, pero en realidad provoca lo contrario ya que se pierde mucho calor a través de la piel y el interior del cuerpo se enfría todavía más.
Por tanto para combatir el frío deberemos utilizar la ropa de abrigo y bebidas calientes.
El vivir en un país mediterráneo nos permite disfrutar de temperaturas muy agradables en primavera, verano y otoño, por eso debemos cambiar el chip y no olvidar abrigar todo el cuerpo por igual. Las piernas sienten el frío igual que el resto del cuerpo. No es lógico que la única diferencia del verano con el invierno sea un jersey y un abrigo o como mucho unas botas. Llegamos a acostumbrarnos a sentir frío constantemente, porque ¿es normal? Nos hace andar encogidos por fuera y por dentro. Además de dañar la piel y la musculatura, puede afectar a las articulaciones. En las zonas más frías y húmedas es donde más enfermedades de huesos y circulación padecen sus habitantes.
Para prevenir los pies fríos, y para calentar el cuerpo, la medicina naturista propone baños de agua caliente prolongados antes de acostarnos, alternados con remojes de agua fría, lo que provoca una reacción inmediata pero duradera de vasodilatación que ayuda a conservar el calor. Esta práctica, realizada con regularidad, mejora la circulación sanguínea a la vez que fortalece la salud.
Practicar ejercicio aeróbico o estiramientos diarios, y llevar una dieta equilibrada rica en frutas y verduras ayuda a prevenirlos o mejorarlos. Por otro lado, conviene evitar calzados demasiado altos y descubiertos; hagámonos a la idea de que las medias en invierno no son protectoras de la temperatura y que los calcetines demasiado ajustados dificultan el movimiento sanguíneo.
También podemos ayudarnos con las plantas que activan la circulación. Darse masajes enérgicos con aceite esencial de pimienta, canela o naranja, o beber infusiones de genjibre, o ginkgo contribuye a aliviar el problema.

Pero hay otro invierno, el que parece habitar en cierto tipo de personas. Hay quien llega a ser irritante por su comportamiento frío. Parecen insensibles e impermeables a cualquier estímulo. Su sangre se traslada de un sitio a otro en  cubitos de hielo.
Las personas emocionalmente frías son distantes, calmadas, insensibles al entorno, misteriosas e incomunicativas. Además, suelen ser inseguras, temerosas, cobardes, suspicaces y con tendencias depresivas.
Su expresividad sólo es clara para expresar distancia, lejanía, frialdad. Y utilizan esa misma distancia, el silencio o la indiferencia como su arma más efectiva.
Convivir con alguien así es algo realmente duro. Nunca se sabe qué sienten, qué les gusta, qué les disgusta, si están tristes o alegres. Ellos saben utilizar el desconcierto del otro en su favor, para manipular, para intimidar. Están en una posición ventajosa. Es como jugar una partida de cartas en las que ellos las tienen boca abajo y los demás las enseñan.
Lo menos adecuado para tratar con ellos es enfurecerse o sentirse afectado negativamente. Si lo haces, ellos tienen el control y eso les animará a seguir siendo como son. Sin embargo, si tu reacción no es negativa, como la vorágine en la que ellos esperan, perderán la partida tarde o temprano.
Su realidad es que no se expresan porque tienen miedo, no están acostumbrados y temen sentirse ridículos, por eso una de las mejores formas de tratar con ellos es darles cariño, tratarlos con cálida amabilidad. Se creen en desventaja si dan la información de su sentir a la otra persona.
En realidad debemos aceptarlos y hacerles saber que son personas con dificultades comunicativas y baja autoestima. Podemos acercarnos a ellos, tranquilamente, sin entrar en su juego. Esto puede abrir esas puertas que se han mantenido tanto tiempo cerradas. Unas preguntas hechas de forma calmada, en la que se les va llevando a aquello que no quieren decir, va abriéndoles hasta un punto en el que ya poco tienen que esconder, ya no quedan misterios que descubrir. Y, en consecuencia, su hermetismo carece de sentido. Se sentirán más seguros de sí mismos, más relajados.
También ayuda mucho el sentido del humor, relativizar. Romperles los esquemas…hacerles sonreír… cambia mucho su sentir. Y las sopas calentitas, infusiones, abrazos…