domingo, 5 de febrero de 2012

QUIEN SOY? YO O EGO?

Nacemos en el mundo y crecemos creyendo que nuestro yo, el que es resultado de nuestra educación, el que ha aprendido de situaciones vividas, de lugares, ese YO que se ha formado en una familia y entorno concretos, con experiencias personales, que se forma de lo que acabamos viendo como bueno y de lo que acabamos viendo como malo.... ese YO nuestro, creemos que es lo que somos.

Desconcertados ante la incógnita de nuestro propio yo, nos cubrimos desde niños, con trocitos arrancados de otras personalidades que nos resultan atractivas. Es como armar un puzzle nuevo con piezas de puzzles distintos. Por supuesto, es bastante difícil que resulte de ello algo coherente. Es así cómo muchas personas, siendo adultas, nunca han logrado armar una personalidad real. Es como no encontrasen realmente qué son, como si viviesen con rasgos, ideas y propósitos prestados, y a veces, que no casan con algunas ideas que emergen.

Lo más probable es que la idea que crean sobre sí mismos sea huidiza y cambiante. No saben qué ni cómo son. Y, además, no están conformes. Puede ser que en un momento estén relativamente conformes, y luego, caen en el desánimo sin razón aparente.
Muy pronto te das cuenta que hay una diferencia grande entre lo que crees que eres, lo que crees que tienes que ser y lo que otros piensan que eres. Así, surge la necesidad de ajustar todas las imágenes, cediendo el YO al personaje que crees que debes ser, según esas creencias programadas en el subconsciente, o bien, buscando imponer a los demás claramente nuestro ego, lo que crees ser.


El EGO no se manifiesta sólo a través de una actitud de superioridad o una exacerbada autoestima, sino que “ego” es todo pensamiento, creencia limitante, o emoción, que te aleja de tu libertad interior. Y “libertad” es poder ser tú mismo.
Sin duda, tiene muy buena prensa. Es habitual oír en los medios declaraciones acerca del ego, especialmente en las páginas vinculadas con el mundo del espectáculo; frases como ”es bueno tener ego, sin ego no se llega a nada”, o “tiene una fuerte personalidad y un ego a toda prueba”.

Pero lo peor que te puede hacer el ego es no dejarte ser tú mismo.
El ego no es algo con lo que se tenga que convivir. Ni algo que se tenga que soportar o sufrir, ni tampoco ignorar. Hay que ser consciente de que es un lastre con un peso decidido por cada uno, y que es responsabilidad de cada uno decidir si ir disminuyendo ese peso o aumentarlo. Se puede seguir el camino tanto si decidimos una cosa o la otra. Pero la sensación de libertad que se siente una vez te liberas de ese peso, es la verdadera libertad de la que siempre se cuestiona su existencia...

Entonces,
¿Quiero vivir libre de mi ego para poder "ser" o
mi ego es necesario para el crecimiento de mí mismo?

El ego máximo llega cuando el ego ha invadido al yo y se hace fuerte con el olvido o el odio de los otros, tanto familiares, como socios. Cree que solo él, es capaz de todo.
El ego crea estructuras que le soporten: el dinero, el puesto, la confianza de personas admiradas, las relaciones, los títulos, se crece con las palmaditas en la espalda, los elogios… Y entonces generaremos en los demás falsas expectativas de resultado que nos hacen creer que nuestras capacidades son superiores a las reales.
Por eso hay que ser muy consciente de los límites y las habilidades del YO para que el EGO no nos haga creer una falsa realidad, y entonces haga desaparecer al YO por ser verdadero, humilde y realista. El ego nos hace más grandes de cara a los demás de lo que somos en realidad.

Para explicarlo de la manera más clara posible: el ego, conformado por el orgullo, la ira, el resentimiento, la culpa y la envidia, entre otros secuaces, se convierte en una fuerza muy pesada que impide tu elevación; es el lastre, la sobrecarga que no te permite crecer, levantar vuelo, de la que debes desprenderte.
Cuando vamos por la vida pilotados por el ego, no sólo no levantamos vuelo, no nos superamos, sino que correteamos con mucho esfuerzo, por la pista de nuestra existencia y terminamos estrellados una y otra vez. Normal,  es que no vamos precisamente ligeros de equipaje.
Entonces, si quieres, puedes cuestionarte, midiendo tu manera de actuar y reaccionar: ¿estoy actuando? o ¿soy yo mismo? ¿estoy haciendo lo que siento libremente? ¿desde dónde estoy reaccionando: desde la rabia, la envidia, la competencia, el despecho, mi historia o desde la verdad o el amor? ¿por qué?.
El ego se alimenta del sufrimiento, es como una alimaña que se nutre del cuerpo del dolor y no para hasta enfermarte y, por supuesto, matarte. Te sorprenderías al saber cuánto tienen que ver enfermedades como el cáncer, con el ego, como lo que es, contenedor de orgullo, ira, odio, obsesión por ganar, por tener razón, imposibilidad de perdonar, de pedir perdón, de admitir errores, incapaz de solicitar ayuda o creer que solo debemos aceptarla de determinadas fuentes que hemos ensalzado, cuando hay posibilidades ante nosotros de recibir ayuda y aprendizaje.
El ego, genera situaciones adictivas; siempre te lleva al campo de batalla, lejos de la armonía. No pierdas el tiempo en dialogar con el ego; no sería un diálogo, sería un monólogo machacante y eterno que no te permitiría dormir, vivir en paz o amar sin condiciones.

El ego es un dios falso al que no debemos consultarle nuestras decisiones. Tomar decisiones desde el ego es la mejor manera de no tomar una decisión en paz, además de generar condiciones que te someterán a un diálogo eterno con esa instancia psíquica sobre la conveniencia de esa decisión.
El ego no perdona, y hasta que no perdones, -no te perdones- no te liberarás de él. Así como el ego y el perdón no son compatibles, el ego y la culpa se llevan maravillosamente.


OSHO dice “La felicidad es el estado de ausencia del ego”. Tú dirás que nadie es feliz todo el tiempo; pero tampoco se puede o se debe ser infeliz todo el tiempo….¿no crees?
Quien toca fondo, resurge, emerge, elige elevarse. Si no se puede ser feliz todo el tiempo, al menos tengamos la caja de herramientas que nos lleve a tener la felicidad en nuestra mano.
Cuando experimentes tu paz interior, descubrirás que te has liberado del ego; en cambio, cuando carezcas de paz interior, descubrirás que lamentablemente te has desprendido de la conexión con tu YO verdadero.
Esto puede suceder varias veces, pero si somos conscientes de la situación, volveremos a conectar con nuestro YO verdadero, diluiremos ese ego, y regresará la hermosa sensación de tranquilidad mental y espiritual.


Es cierto que todos tenemos ego, en mayor o menor medida, pero también es cierto que podemos trabajar para diluirlo, para dominarlo y que no nos domine, para ser conscientes de su presencia, para minimizarlo y para poder desconectarnos de él y volver a ser nosotros mismos.
Generalmente no le damos cabida a la verdad sino a las ilusiones que surgen de nuestra atracción a la culpa y al miedo a si eso no fuese así. Si somos conscientes de que no estamos SIENDO sino ACTUANDO, podemos volver a empezar, a esforzarnos porque la verdad entre en nuestra mente; de esta manera, volveremos a ser persona y archivaremos el personaje.

A veces la imagen que proyectas te sirve de escudo, cuando de verdad sabes que no eres ni tan fuerte, ni tan inteligente, ni tan noble. Pero a veces ocurre lo contrario, la imagen que proyectas es más pequeña de lo que crees ser realmente. Y entonces luchas por mostrar quién realmente eres o crees ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario